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Nº 3 – REMEMBRANZAS – LA TERESA Y EL CUARTO DE GOLOSINAS QUE REVOLUCIONÓ A LOS MÁS PEQUEÑOS

  • Última modificación de la entrada:19 de marzo de 2021

Jacinto Villaseñor

En el año 1904 llega a Alcázar de San Juan una familia procedente de Ballesteros (Albacete) con el propósito de asentarse allí. La componen el matrimonio José y Jacoba y sus dos hijos de corta edad: Germán y Teresa, de ocho años y quien será nuestra protagonista. José, el cabeza de familia, era carpintero de profesión y ejercía de ello, sacando a su familia adelante. Todos se adaptan rápidamente al nuevo lugar, sintiéndose muy agusto en el pueblo y agradeciendo la acogida que habían recibido de los vecinos, cuyos hijos fueron creciendo junto a los suyos y haciéndose amigos. Teresa era una chica delgada, alta y retraída, de carácter serio y un genio fuerte que la caracterizaría por siempre. Su hermano Germán abrió una panadería, que fue por entonces muy popular, en la calle Independencia frente al antiguo Centro Secundario de Higiene Rural, hoy ocupado por los Juzgados.

Pero con el tiempo, Teresa llega a hacerse más popular que su hermano. Conoce a un chico con el que contrae matrimonio, Abelardo Ramos, tío de Paulina Ramos el que estuvo en el estudio de Mario Foto. De este matrimonio nacen dos hijos: Paulina en 1921 y Teresa en 1923. España atravesaba entonces una época difícil y Teresa, ajena a lo que se le venía encima, pierde desgraciadamente a su marido Abelardo en la guerra civil en el año 1936, quedándose sola con sus dos hijos que por entonces tienen trece y quince años.

Teresa tiene que levantar el ánimo y a principios de los 40 abre su tienda de Golosinas en La Castelar, miraba por el bien de sus dos hijos y luchar para sacarlos adelante. Desafortunadamente ni la vida ni el tiempo le dan tregua a nuestra protagonista ya que en 1937 fallece su hija Teresa con tan sólo catorce años. Sufrir la pérdida de dos seres tan queridos en tan poco tiempo es demasiado dolor para cualquiera así que Teresa pasa varios años de reflexión que le sirven para pensar qué hacer en un futuro. Así pues, con su lucha y valentía, decide emprender su propio negocio y en el año 1941 abre un cuarto de golosinas en la calle Castelar.

La generación de los años 30 y 40 seguro que recuerdan a ‘La Teresa’, aquella mujer de fuerte carácter y, a la vez, entrañable que surtía a los más jóvenes de aquella época de paloduz, menudo, leche de burra, regaliz negro incluso trompos y canicas. No hay chico o chica que no pasara por la tienda de ‘La Teresa’ a comprarle las famosas pastillas de leche de burra, el paloduz, el regaliz negro, un trompo, cigarrillos peninsulares sueltos, menudo, los ‘pistones’ que se rascaban en la pared o cromos del guerrero del antifaz, entre otros. Además en Feria solía traer muñecas y algún que otro juguete para los niños y en Carnavales vendía todo tipo de caretas de cartón, confeti, serpentinas, gorros, sombreros de paja, petardos, bombas fétidas para el día de los inocentes, jalea real y pitos de anís. En los primeros años del negocio, Teresa vestía de luto y con un pañuelo en la cabeza, era alta y delgada y siempre iba con un palo en la mano. Causaba respeto y algún que otro pequeño al verlo salía corriendo pero es que le hacíamos mucho rabiar. Pasábamos en grupo para distraerla y mientras uno pedía, los otros procurábamos cogerle alguna cosa y como se diese cuenta nos daba con el palo en la mano. Aún así estábamos deseando reunir algunos céntimos para volver y gastarlo. Con los años, Teresa se convirtió en una mujer de negocio y alquiló el cuarto, donde está hoy en día Alfredín, a un carnicero llamado Sebastián Guzmán y ella se mudó a la habitación que hay cerrada justo al lado en la misma finca. Mientras estuvo allí la carnicería otra persona se interesó por el alquiler de aquel lugar, era Alfredín que quería abrir una heladería. Entonces, hacia el año 1947, su hijo Paulino ingresa en RENFE y junto con lo que sacaban de las chucherías y el alquiler consiguen por fin superar la mala racha. Cuando el carnicero decide marcharse, entra Alfredín en su lugar y abre su heladería en el año 1959. Ella sigue en el cuarto pequeño, aquél lugar donde la mayor parte de los chicos y chicas de los años cuarenta han visitado algún vez. Más adelante Teresa casa a su hijo Paulino con Alberta Justo Parra y tienen dos hijas: Teresa y Pilar. Me decía la primera, nieta de ‘La Teresa’ que su abuela no hacía distinción ninguna con ellas, las trataba exactamente igual que a todos los demás chicos, no les dejaba coger nada y les daba con el palo si veía que intentaban llevarse alguna cosa. Por su parte, su nuera Alberta me comentaba que su suegra le hacía ir a Madrid a comprar trompos y solían llegar a Alcázar cargados con un saco bien grande -también de bolas de varias clases, más conocidas como canicas-.

En el mes de enero de 1974 cae enferma, cerrándose el cuarto de golosinas para siempre, pues Teresa fallece el día 29 de ese mismo mes, perdiendo así a una de las mujeres más populares de Alcázar y que todavía hoy se le recuerda entre la generación de los cuarenta. Desde aquí quisiera dar gracias a su nieta Teresa por su amabilidad y su disposición para facilitarme toda esta información.

“La Teresa” y el cuarto de golosinas que revolucionó a los más pequeños fue publicado en GIGANTES DE LA MANCHA – Enero de 2013, Año III nº12. Escrito por María Úbeda en colaboración con Jacinto Villaseñor.

Jacinto Villaseñor, nacido en Alcázar de San Juan en 1936, casi toda su vida laboral la ha desarrollado trabajando en la Fonda de la Estación, ha sido colaborador en diferentes revistas de ámbito local como Ferrocarril Católico, Mnews o Gigantes de la Mancha de donde ha sido extraído este artículo, entre otras publicaciones más. También es coautor del “Notas Históricas de Alcázar de San Juan y su Casino y de la Tesela Recuerdos y vivencias de la fonda y la estación.
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