Ángel Vaquero.
Artista multidisciplinar ha participado en diferentes eventos de vanguardia y expuesto en varias galerías con muestras tanto colectivas como individuales. Ha obtenido diversos premios y ha participado en publicaciones y catálogos. También ha realizado murales de gran formato y tiene una extensa obra gráfica. Los últimos veintidós años ha compartido su actividad creativa con la docencia, en la actualidad se dedica a la creación y a la catalogación de su prolija obra.
En este año fatídico que todos estamos viviendo, lo que más marca a un artista es la perdida de los amigos. Compañeros de viaje con los que nos encontramos y con los que hemos ido de la mano en multitud de andanzas y desvelos en la cultura. Sirvan estas letras como un pequeño homenaje a Alfredo Musulen Benavent y a Santiago Ramos Plaza.
Santiago todo el mundo que lo conocía coincidía en lo mismo, persona exquisita en cuanto al trato y al lenguaje, mi amistad venía unida a mis inquietudes creativas que nos retroalimentaban a ambos en nuestras respectivas facetas artísticas.
Charlas interminables en las que siempre surgían ideas interesantes y que luego quedaban plasmadas de una manera u otra. Él se hizo partícipe de mi lenguaje y yo me hice partícipe de sus ideas.
Fue él quién me contagió de su gusto por el pintor alcazareño Ángel Lizcano Monedero, al que Santiago potenció y redescubrió para toda la ciudadanía alcazareña. Hoy existe una escultura suya en la propia Plaza de España, centro neurálgico de Alcázar y una sala exclusiva en el Museo Municipal dedicada a su pintura, también son diversos los actos y exposiciones que se hacen sobre él para su mayor conocimiento.
Aún recuerdo con cariño el día en que retraté a Santiago en la propia Casa de Cultura, en una de sus múltiples visitas, cuando venía a Alcázar. Y cómo aquel dibujo a lápiz pasó a formar parte de los azulejos de la calle Torres. Su calle, junto a la Acacia en el patio del colegio de la Santísima Trinidad, coincidía frente a su casa y tal era la obsesión o su dialéctica con este árbol, que incluso a la editorial de sus libros, le puso Doña Acacia en su honor. Ese sentimiento lo quise plasmar en ambos azulejos de la calle Torres y ahí han quedado para la memoria de la ciudad y su recuerdo.
Santiago era una persona muy discreta, educada y respetuosa con todo el mundo. Para él, cualquier obra medianamente bien hecha, que estuviera por lo menos decente, merecía ser tenida en cuenta por el trabajo que llevaba detrás.
Seguramente sí nos está viendo, se estará riendo de nosotros, de lo que estábamos diciendo o estará alegre… además de un poeta, fue una gran persona y eso siempre deja huella.
Alfredo Musulen fue una persona con un corazón grande, un buen compañero de esta Casa de Cultura, lo conocí con unos dieciséis años, en plena transición española, acabada la dictadura, fuimos amigos. Pasado el tiempo cada uno tomamos caminos diferentes y volvimos a coincidir en Cultura donde fuimos compañeros durante muchos años.
Lo que es la vida y las circunstancias, en el año 2019 hago el cartel de la Feria y Fiestas de Alcázar de San Juan recogiendo uno de mis recuerdos de juventud. En los años 70, era muy común que se pusiera un fotógrafo detrás del tira pichón y que inmortalizara el momento previo pago, este recuerdo me vino a la memoria, para elaborar el cartel que trabajé de diferentes formas plásticas. Lo basé en una foto en la que estaba con mis amigos en la feria y en la que estaba Alfredo Musulen, todavía recuerdo la cara que puso cuando vio el cartel.
Hoy este cartel es un bonito recuerdo de aquel momento y de aquella amistad. Musulen era una persona con un corazón grande al igual que su estatura, un buen compañero.
Dedico estas letras y recuerdos como un pequeño homenaje a ambos en estos momentos aciagos que la pandemia nos está haciendo vivir.