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Pozo Pindogo. Año 2022.Foto. Judit Fernández

Nº 7 – LA LEYENDA DEL POZO PINDONGO

  • Última modificación de la entrada:12 de agosto de 2022

Antonio Salomón Lizcano

Pindongo. Persona que lleva una vida irregular o inmoral. RAE

Alcázar, la bien querida de la Orden de San Juan, tiene un pozo de triste fama, porque fue, durante siglos, el pozo de los suicidas. Estaba situado en un paradero de la cañada Manchega que atravesaba el pueblo en dirección a Socuéllamos, donde se bifurcaba en dos ramales. Desde la Edad Media, Alcázar fue un centro importante del gremio ganadero, y plaza rectora del Honrado Concejo de la Mesta, con más de veintisiete mil cabezas de ganado, cuantía documentada bajo juramento en confesión judicial múltiple del Catastro de Ensenada. 
Este pozo fue testigo mudo de antiquísimos hábitos democráticos, porque en el Honrado Concejo no se requería poseer un alto número de cabezas para tener voz y voto, o para ser contador, y dedicarse a tareas de administración de los recursos fiscales recaudados con la venta de ganado mostrenco, que era el perdido o sin dueño.
La expansión del pueblo al final del milenio pasado, dejó encerrado el pozo en el barrio de la Era Alta, del camino del cerro de San Isidro o de la Horca, semioculto por tapias pintadas con grafitis. Los niños del parquecito infantil próximo, lo miran con un cierto temor, porque pozos, grutas y simas siempre fueron negros agujeros de los que emana el miedo, incluso ahora que el Ayuntamiento puso una reja en su elevado brocal y, a su alrededor, luces y bancos.
Paseando por las zonas de juego de sus proximidades, veo a un crío de unos cinco años, de pelo encrespado, que practica los juegos más ruidosos y sus gritos tratan de producir escándalo; pelea con los mayores, quitándoles sus canicas que tira desafiante, y huye, subiéndose al elevado brocal de dos escalones, llega hasta la reja, pero el pozo parece que lo pacifica, porque ya no gasta bromas en su cumbre, y cuando se asoma para ver su fondo, se le nota receloso.. Y los dos críos mayores que le persiguen para vengar la ofensa de las canicas, le miran perdonándole, como si el perseguido se encontrara protegido por un sagrado derecho de asilo.


El pozo que los críos del barrio respetan y temen, se llama Pindongo, un nombre que aplicado a un pozo, es cuanto menos sorprendente, como sorprende también su recio y alto brocal, de casi dos metros de altura, formado por sólidos sillares escalonados, restos del antiguo castillo. Y su nombre parece proceder de la pindonga negrita, salvajemente asesinada y arrojada al pozo como castigo a los pastores trashumantes, porque fue encontrada en un chozo, bebiendo la leche directamente de las ubres de las ovejas merinas que atravesaban la Mancha en busca de pastos. 
Quizás, a la juventud actual no le merezca la pena recordar estas leyendas, porque la servidumbre del móvil y el acceso a internet, la ha vuelto un poco descreída, Los jóvenes de hoy  ya no creen en el significado maldito de cabalgar sobre una oveja, ni han visto caer los sapos del cielo en las tormentas de verano, y cuando les pregunto por el pozo Pindongo, ni siquiera el título sonoro les recuerda la historia de aquella pindonga morita, aficionada a la leche templada de las ovejas, que siempre estaba en la calle haciendo equilibrios con un cántaro de agua en su cabeza, y aunque vivía en una casa de buen gobierno, como esclava de los Álvarez, perseguía a los ganados y esperaba todos los años la llegada del mar de ovejas merinas, junto al pozo en el que fue arrojado su cuerpo, salvajemente descuartizado por el amo celoso, enterado de sus escapadas nocturnas. Dicen… que la arrojó al pozo, como castigo de su pindongueo, y para que las ovejas se bebieran su sangre. ¡Qué tiempos bárbaros!

Antonio de Alces

ANTONIO SALOMÓN LIZCANO
Nace en Alcázar de San Juan el 5 de febrero de 1938. Alcázar vivía por entonces la euforia demográfica que tras la llegada del ferrocarril casi duplicó su población en diez años . Un Alcázar de calles de tierra apisonada, y que comienzan a fijarse en su memoria con el aprendizaje de la lectura y escritura. 
Sus comienzos de “pinchatinteros” en “alta velocidad” con once años, y su ingreso en Macosa fueron el inicio de la independencia económica. Pero es en la escuela de aprendices donde comienza a apreciar el valor del estudio como medio para salir del círculo vicioso del hambre y la discriminación.. Consiguió acceder al SEAF-PPO, y ya como “monitor” de soldadura inicia su ajetreado ejercicio de la docencia. 
Regresa a Alcázar y estudia derecho, carrera con la que además de satisfacer su ansia de conocimiento puede al fin dar salida a su vocación por el trabajo social. Comienza su ejercicio de la abogacía, y abandona la docencia en el PPO pasando a la Oficina de Empleo del recién creado INEM. 
Para un hombre cuyo éxito iba ligado al servicio y al trabajo, la jubilación fue un golpe. Su creatividad y su ánimo de trabajo se orientaron a la creación literaria, participando en la escuela de escritores. Exploró temas quijotescos y narraciones imaginarias que ligaba con la tierra que le vio nacer.
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