Javier Calamardo Murat
En marzo de 1992, el Ayuntamiento de Alcázar de San Juan aprobó el nombramiento de Eulalio Ferrer Rodríguez como hijo adoptivo, título que se le entregó a mediados del mes de julio con motivo del Festival de Folklore Hermanoamericano, del cual fue además pregonero1.
Este publicista y escritor, nacido en Santander en 1921, fue un gran apasionado de Cervantes desde que, en 1939, estando recluido en el campo de refugiados de Argelès-sur-Mer (Francia), un intercambio trivial de un paquete de cigarrillos por una edición popular del Quijote le permitió iniciarse en la lectura de la obra más célebre de las letras hispánicas2. Al año siguiente, se exilió a México donde permaneció ensalzando el recuerdo quijotesco hasta su muerte, en marzo de 2009.
Unos meses después de su nombramiento como hijo adoptivo, Ferrer, que había fundado el Museo Iconográfico del Quijote en Guanajuato en 1987, quiso agradecer el reconocimiento obsequiando al pueblo alcazareño con un busto de Don Quijote3. La escultura se colocó en la plaza de Palacio y la inauguración se llevó a cabo el 9 de julio de 1993, en presencia de Eulalio Ferrer, el alcalde Anastasio López, el escultor Santiago de Santiago y varios miembros de la corporación municipal, así como de numerosos vecinos de la localidad. En el próximo mes de julio se conmemora el 30º aniversario de su instalación.
El monumento es una pieza de bronce fundido, de 1,93 metros de alto, 1,05 metros de largo y 1,51 metros de ancho, que representa a Don Quijote dirigiendo su rostro al cielo. La escultura muestra el torso completo del personaje, vestido con una armadura incompleta, con la bacía de azófar sobre la cabeza y una expresión apacible que contrasta con los mechones retorcidos y alargados de su barba y bigotes, así como con su posición de ataque, pues enarbola en su brazo derecho una lanza con un ala en mitad del asta, mientras deja caer el brazo izquierdo sobre el costado. Dicha disposición corporal y lo elevado de su mirada hacen pensar que el enemigo al que se enfrenta le duplica el tamaño, algo que queda potenciado por el pedestal de granito de planta cuadrada –de 1,5 metros de altura y 70 cm de ancho– sobre el que se yergue la escultura. En una de las caras de dicho pedestal, una placa conmemorativa recuerda que la obra fue una donación realizada a Alcázar de San Juan por la Fundación Cervantina de México en octubre de 1992.
La presencia del ala, que emula a las de una aeronave, da la pista definitiva sobre su moderno simbolismo, que se sale de lo habitual. La idea que se quiso transmitir, según el escultor, fue que “el Quijote nació aquí, después conquistó el mundo y ahora quiere también solucionar los entuertos en el más allá, en el espacio al que el hombre ha accedido con la nueva tecnología, por ello, tiene una lanza con un ala como símbolo de conquista de otros espacios”4. Por esta razón, el busto se conoce con el nombre de Don Quijote Cósmico.
Se trata de una réplica exacta de la escultura que adquirió el Museo Iconográfico del Quijote en 1985 y que perteneció a sus fondos hasta el año 2000. En marzo de 2005 fue donada a la ciudad mexicana por Eulalio Ferrer y se ubicó en la plazuela contigua al templo de San Diego, creada ex profeso en 2005 para conmemorar el título de Guanajuato como Capital Cervantina de América5.
La escultura alcazareña constituye así un símbolo de unión entre la tierra en que nació Don Quijote y en la que posteriormente renació6. Desde entonces, las relaciones entre las ciudades de Alcázar de San Juan y Guanajuato han sido constantes, aunque su hermanamiento oficial no se produjo hasta el mes de noviembre de 2014.