Última modificación de la entrada:21 de enero de 2021
OBRA DE SANTIAGO RAMOS
La poesía forma parte de nuestro patrimonio cultural inmaterial, es una vía de expresión que permite a las comunidades transmitir sus valores y fueros más internos y reafirmarse en su identidad. Santiago Ramos Plaza es, a través de su expresión artística, un reflejo de Alcázar de San Juan, de su realidad, de su cultura, de sus costumbres y sus tradiciones. Un claro ejemplo de ello, es su libro, “De poeta por la feria” que recoge en sus versos la esencia de esta fiesta, así como el sentir de su población y “forasteros y forasteras” que la comparten.
A la niña María, y a sus amiguitas María y Carolina Morales Nuño
El poemario, con portada y linograbados de Isidro Parra Molina, cuenta con el prólogo de Antonio Moreno González, quien nos adelanta en el “Pregón del libro”: “Es el real de la feria desembocadura para todos: donde el niño se enajena, la meretriz busca, el solterón acecha, la madre consiente, la joven presume, el viejo se cansa… y el feriante feria. Donde, estridentes, suenan las sirenas; huele el aceite, rancio y requemado; casetas y atracciones lucen deslumbrantes; los sabores se mezclan y confunden; donde toquetean y se ensimisman quienes en el tumulto desatan su continencia. Es la feria, en fin, la fiesta grande de los sentidos”. Recogemos cinco poemas de Santiago Ramos Plaza y un linograbado del pintor alcazareño, Isidro Parra Molina.
GIGANTES Y CABEZUDOS
Gigantes y cabezudos a mi niña la persiguen con sus caras de cartón pintadas de colorines. Desde el balcón de una casa que las banderas presiden, la tarde con el alcalde viendo la fiesta se ríen. Mi niña no se divierte, corre hacia algún escondite; pero la plaza jugando da vueltas y se lo impide. Si mal se porta la plaza, mal la tarde que se ríe sentada junto al alcalde en los sillones de mimbre. Mi niña acaba en las manos de aquellos que la persiguen con pitos y caramelos para que el susto le quiten. Y la tarde y el alcalde en el balcón se despiden, apurando los refrescos. que el sol de ocaso sirve.
UNA FORASTERA
Con la blusa transparente y la falda hasta las ingles, la forastera ha elegido la feria para dar cine. Copiándole los modales a seductoras actrices, a solteros y casados manda besos y sonríe. Es de alguna capital, la ropilla con que viste y tanta provocación nuestras chicas no lo admiten. Aquí somos otra gente, mas si en la pantalla sigue tendrá una cola de hombres a la salida del cine.
LA VÍSPERA
El alcalde y la alcaldesa tan elegantes que van con la banda de colores sobre el traje de casar. El alcalde y la alcaldesa, qué bien en una postal, inauguran esta noche la feria de la ciudad. La multitud en las calles, más contenta no la habrá, aguardan que pasen ellos con su corte un paso atrás, mirando al punto lejano donde pronto brillarán los instrumentos que toca la banda municipal.
El alcalde y la alcaldesa, con tijeras a estrenar, ya se acercan a la cinta tentando la oscuridad. Y cortada por dos lados, pues ambos la cortarán, la telaraña de luces en el recinto ferial iluminará las caras del público en general.
EL TIRAPICHÓN
En ese tirapichón rodeado de mirones van a saber quién soy yo.
Aunque el dueño haya torcido a la escopeta el cañón, aunque los plomillos tengan del plomo sólo el color, los patos caerán al río de un tiro en el corazón.
Y en ese tirapichón los mirones se dirán; “ese tío es cazador”
Y FIN
La pólvora da sus flores a los jardines del aire, y el alcalde y la alcaldesa no parecen los de antes, los novios de la ciudad con la banda sobre el traje. Sin comitiva detrás y sin músicos delante, ven con tristeza en los ojos los fuegos artificiales, confundidos entre el público como si no fueran nadie. Y a cada cohete que sube silbando según le sale, el alcalde y la alcaldesa suspiran porque no saben si serán en otra feria los novios más elegantes, saludando al vecindario que les aplauda en las calles.
La pólvora se marchita en los jardines del aire, y mientras cae la hojarasca de ceniza chispeante, el alcalde y la alcaldesa lloran sin avergonzarse.
Litografía. Obra de Isidro Parra.
Santiago Ramos Plaza nació en Alcázar de San Juan en 1944 y reside en Madrid. Su creación literaria, tanto en verso como en prosa, tiene muchas veces a su ciudad natal como protagonista, con sus gentes, costumbres y tradiciones. Con tan solo veinte años, publicó su primera obra Estación (1964) y sus primeros poemas aparecen en Antología primera (1973). Su abundante obra recoge otros títulos como: “La Navidad de la calle Torres en veinte estampas” (1992), “En el cuarto cerrado del amor” (1999), “Al aire de Doña Acacia” (2001), “Alcázar de mis cenizas” (2002), ”Canciones de mi patio” (2004), “Las veletas” (2005), “La luz de una casa que se apaga” (2005), “De Nochebuena a Reyes” (2008), “Las máscaras” (2007), “Seis cuentos del Carnaval de Alcázar”, “Luna de miel en tren” (2014) y “Veladas con mi muerte y con mi amor” (2019). En prosa, “Alcázar al fin y al cabo” (2007), “Alcázar de la vieja luz” (2010) y “Calle Torres, 15” (2019). También confeccionó el catálogo de la exposición «Ángel Lizcano en la familia Ramos-Cárdenas», compuesta de óleos, ilustraciones, litografías, y libros ilustrados con dibujos del pintor. Sus colaboraciones en revistas, como “La Veleta del Sastre”, periódicos y otros medios suman ya un gran número de artículos publicados.
SANTIAGO RAMOS PLAZA
Escritor y poeta desde hace más de cincuenta años, además de editor y colaborador habitual en medios de comunicación y redes sociales. https://www.facebook.com/santiago.ramosplaza