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Nº 3 – LA CANTERA DEL PATRIMONIO – LA MUJER DE ALCÁZAR, LA PROTAGONISTA MÁS ANTIGUA DE NUESTRA HISTORIA

  • Última modificación de la entrada:19 de marzo de 2021

Ángel Javier Cárdenas Martín-Buitrago

Las Cantigas de Santa María se escribieron durante la segunda mitad del siglo XIII, consideradas por los especialistas como una de las colecciones de música, poesía y miniaturas más importantes de la Europa Medieval. Solo unos pocos lugares de nuestra geografía tienen el honor de aparecer en estos insignes cantos. Alcázar es uno de ellos. El rey Alfonso X decidió recopilar todos los milagros que la Virgen Santa María había realizado en sus reinos. Uno de ellos, el recogido en la Cantiga nº 246, ocurrió en Alcázar. Sus protagonistas: la Virgen y una buena mujer de Alcázar. La historia, que me he tomado la libertad de transcribir a prosa en castellano directamente desde los versos originales en galaicoportugués (con alguna licencia), dice así:

Ésta es la historia de una buena mujer que iba cada sábado a una iglesia que llaman Santa María de los Mártires, y olvidósele, y después fue allá de noche, y abriéronsele las puertas de la iglesia.

“La que las puertas del cielo abrió para nos salvar, puede las de este mundo abrir y cerrar”

Así os diré un milagro, según lo aprendí, que ocurrió en Alcázar, y creo que fue así, de una muy buena cristiana mujer que moraba allí, que sabía que, en la Virgen, más que en ninguna otra cosa podía confiar. Por amor de la Virgen se empeñaba en ir a su iglesia todos los sábados, a oír la oración, llevando consigo una ofrenda para allí realizarla, mas un sábado le ocurrió que esto se le olvidó por muchos quehaceres que tuvo que realizar en su casa.

Más tarde, notó en su mente como desfallecía al acordarse y se arrepintió. Por corregir su descuido, fue ya tarde a la iglesia y trató de entrar. Esta iglesia no está muy alejada de la villa, mas cuando llegó a ella y trató de entrar, halló las puertas bien cerradas. Quedose en la puerta a hacer sus oraciones, y comenzó a llorar.

Cuando hubo hecho esto y terminó su oración, vio las puertas abiertas y quedó en su corazón muy maravillada, pues ni mujer ni varón vio que las abriese. Fue hacia el altar y puso allí su ofrenda, saliendo luego de la iglesia. Cuando estuvo fuera, vio cerrarse de nuevo las puertas. Sintió un gran miedo y se apartó de allí, llegando a la villa tras no mucho andar.

Cuando estuvo ante las puertas y trató de entrar las encontró tan bien cerradas que estaba segura de que habría de quedarse allí. Estando tan afligida rogó a la virgen y ¡por San Dionisio! las puertas se abrieron de par en par. Entonces una mujer muy bella y noble se le apareció y, tomándola de la mano, la metió en la villa y la llevó a su casa por donde ella quiso, sin que nadie le indicase el camino. Antes de llegar, la buena mujer le preguntó:

-Señora, ¿quién sois que a tan pobre mujer como yo tan gran bien hicisteis?

Ella respondió:

-Yo soy la que de sus penas socorre a quien me necesita, de quien Dios por su merced quiso encarnarse.

Cuando la buena mujer esto oyó, se postró ante ella para besarle los pies, mas no vio a nadie. Quedó muy desconcertada y entró a su casa, contándole a todos al día siguiente lo que le había ocurrido.

Este es el relato del milagro que ocurrió en Alcázar según se recoge en la cantiga. Si bien su autoría se atribuye al rey Alfonso X, es muy probable que no todas lo fueran. Solo se ha documentado su autoría directa en unas cuantas. El resto, podrían haber sido escritas por miembros de su corte.

Según Menéndez Pidal (1986: 25), con esta cantiga se abría el códice Florentino, la segunda parte de las cantigas, que comenzarían con el códice de El Escorial. Según el autor, el tipo de letra, sus espaciados, el número de líneas por página, incluso el picado para pautar la notación musical, son idénticos, indicando que ambos códices salieron del scriptorium de Alfonso X. En esto coincide Ángela Franco (2006: 218), que indica que el códice florentino se trata del segundo volumen de la edición alfonsí miniada, conservada en El Escorial con el nombre de Códice Rico, al mismo tiempo que señala que las miniaturas de este códice Florentino “constituyen uno de los capítulos más excelsos de las artes figurativas en Europa”.

Las Cantigas no solo relatan milagros (aunque son la mayoría), la colección se completa con cantigas de alabanza a la Virgen, a la Fiesta de Nuestro Señor y el Cantar de los Siete Pesares que vio Santa María de su hijo, entre otras temáticas. La música es una muestra única de monodia medieval y su escucha es capaz de transportarnos al ambiente de la corte alfonsí. Algunos casos, como el de nuestra cantiga, representan también la música popular del siglo XIII. Una magnífica versión de la cantiga fue instrumentada y recogida por Eduardo Paniagua en su álbum “Cantigas de Castilla-La Mancha. Alfonso X el Sabio 1221-1284”. El Patronato Municipal de Cultura se hizo eco de esta versión en la “Noticia IV” del Proyecto de Divulgación del Patrimonio 2020. Este vídeo está enlazado en este mismo artículo. Recomiendo encarecidamente su escucha.

También recomiendo la visita a la web cantigasdesantamaria.com, el único lugar donde se reúnen todas las cantigas con el texto revisado y la notación musical de su canto. Una web interactiva de sencillo uso donde puede verse la separación silábica de las palabras e incluso la fonética correcta, junto a la notación. El enlace a la cantiga nº 246 “A que as portas do ceo abriu pera nos salvar” es el siguiente: http://www.cantigasdesantamaria.com/csm/246

En cuanto al contenido de la cantiga, ¿puede decirnos algo sobre la historia medieval de Alcázar? Veamos:

En primer lugar, nos llama la atención que una obra de este calado, auspiciada por el rey Sabio, recoja un hecho acaecido en nuestra villa. ¿Tenía alcázar ya cierta importancia en el momento de la recopilación de las cantigas para que llegase a oídos de la corte de Alfonso X? La mención documental más antigua al lugar data del año 1150, cuando el rey Alfonso VII el Emperador dona el lugar a tres de sus vasallos y sus descendientes en régimen de propiedad. Seguramente no se tratase más que del antiguo asentamiento islámico despoblado, para que se encargasen de su repoblación. A la altura de 1237, bajo el reinado de Fernando III el Santo, pasó a estar bajo la posesión de la orden Sanjuanista y en 1241 recibe carta-puebla para 362 vecinos, aproximadamente 1100 habitantes. Esta carta de población sería confirmada dos veces. La primera en 1262, reinando Alfonso X, y otra más en 1292, casi al final del reinado de su hijo Sancho IV. Ese mismo año, el 26 de enero, la aldea de Alcázar se había convertido en villa sobre sí, con escudo, estandarte y sello propios, siendo independiente de Consuegra, y concediéndosele un fuero a imagen del de Alarcón (Porras; 2019: 7-14).

La redacción de las cantigas (entre 1270 y 1282) coincidiría con ese periodo entre la primera confirmación de la carta puebla y la concesión del privilegio de villazgo. Todo parece indicar que nos encontramos ante un periodo de efervescencia en la villa de Alcázar. Se le da carta de población, se confirma esta carta en varias ocasiones, se le concede fuero y un gran alfoz, y además aparece en las cantigas de Santa María.

El segundo dato de interés aparece en los versos 15 y 26-28. En el primero se dice “Esta igrej´alongada da vila ja quant está” y en los segundos la cantiga señala “e foi-se pera vila, mas non de mui gran vagar. / E quando foi aas portas da vila entrar quis, / achou-as así serradas […]”, esto es, que la iglesia estaba alejada de la villa, y que cuando volvió, encontró las puertas de la villa cerradas. Estas menciones son inequívocas, la villa estaba amurallada (o al menos cercada) y la iglesia de Santa María de los Mártires se encontraba extramuros. Siempre y cuando demos por buenos los datos de la cantiga.

Bien podrían ser meras licencias poéticas del autor del texto, sin embargo, en pleno corazón de la villa medieval encontramos los restos del hoy llamado Conjunto Palacial, compuesto por el Torreón del Gran Prior, el Cubillo y la Capilla de Palacio. Estas edificaciones formaban parte de lo que las fuentes llaman “el palacio de los Grandes Priores”. No conocemos con exactitud ni su trazado ni su tamaño, pero todo indica que pudo tener cierta entidad defensiva a juzgar por la potente fábrica de la base del Torreón (con más de 3 metros de espesor en su fachada noroeste) y el Cubillo, sólidos restos de una torre semicircular construida enteramente con sillares de arenisca roja. Su forma y orientación parece indicar un antiguo conjunto amurallado que, efectivamente, dejaría la Iglesia de Santa María extramuros. Tal vez no sea la cerca de la villa, pero si el perímetro de un alcázar amurallado, situado en el extremo occidental de la puebla medieval. Faltaría entonces una segunda línea defensiva que envolviese la puebla, dejando, esta vez si, a la iglesia intramuros. Existen pruebas arqueológicas de diversos bastiones: una torre desaparecida que fue ocupada por el antiguo ayuntamiento, en la actual plaza de España, otros dos bastiones documentados en las excavaciones de la calle Gracia, así como un foso excavado en la roca, y topónimos urbanos como “Puerta Cervera” o “Torre del Cid” que nos están indicando inequívocamente la existencia de un perímetro fortificado. Si estas fortificaciones son coetáneas a la cantiga, no puedo afirmarlo a ciencia cierta, pero si está claro que el torreón (probable torre del homenaje) y el cubillo (probable cubo de la muralla del alcázar) podrían datar de época islámica. Además, tanto este recinto interior como la iglesia no están muy alejados, “mas non de mui gran vagar” como dice la cantiga.

En resumen, aunque todas estas afirmaciones deban cotejarse con los datos arqueológicos y documentales disponibles, la cantiga podría estar arrojando una útil luz para conocer la realidad urbana de la villa de Alcázar en sus primeros momentos.

Bibliografía

Cantigasdesantamaria.com:http://www.cantigasdesantamaria.com/csm/246 consultado en marzo de 2021

Franco, Ángela (2006): “Las Cantigas de Santa María. Texto, imagen y música. Relaciones con la escultura y la pintura” en Toletum: Boletín de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo (2006, libro homenaje a Rafael Sancho de San Roman). RABACHT, Toledo.págs 209-242

Madrid y Medina, Ángela (1989): “Alfonso X el Sabio y La Mancha santiaguista” en Espacio, Tiempo y Forma, Serie III, Hª Medieval, t. 2. Págs. 205-218

Menéndez Pidal, Gonzalo (1986): La España del siglo XIII leída en imágenes. Real Academia de la Historia, Madrid,

Porras Arboledas, Pedro Andrés (2019): Fuero de Alcázar de San Juan. III Beca de Investigación Histórica “Ángel Ligero”. Patronato Municipal de Cultura, Alcázar de San Juan.

Ángel Javier Cárdenas Martín Buitrago
Graduado en Historia con mención en Patrimonio y Máster en Investigación en Arqueología por la Universidad de Castilla-La Mancha. Presidente y fundador de la Asociación Castellano-Manchega de Arqueología y secretario del Grupo de Estudios del Campo de San Juan en La Mancha.
Con más de 9 años de experiencia de trabajo en arqueología de campo, en los últimos años su carrera se ha centrado en las nuevas tecnologías aplicadas a la documentación digital del Patrimonio Cultural y la Investigación Histórica, apostando por una visión multidisciplinar de este campo de estudio.
Como arqueólogo freelance desde 2019, sus trabajos le han llevado a recorrer gran parte de la geografía española (Castilla-La Mancha, Canarias, Castilla y León, Madrid o Cataluña) así como diversos países europeos como Portugal o Bosnia y Herzegovina, trabajando tanto para la empresa privada, como para la Universidad y fundaciones sin ánimo de lucro a nivel internacional.
Su colaboración en diversos proyectos de investigación se ha traducido en diversas publicaciones que abarcan desde la propuesta de métodos pioneros de documentación patrimonial hasta la arqueología local.
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