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La Equidad

Nº 2 — Oficios – «LA EQUIDAD» SOCIEDAD COOPERATIVA DE CONSUMO

  • Última modificación de la entrada:27 de enero de 2021

Bárbara Sánchez Coca.

Alcázar de San Juan a primeros del siglo XX, es un núcleo de atracción migratorio -todos somos de fuera y todos a la vez alcazareños-; es el resurgir de las grandes ideas, de los grandes pensadores; nació el ferrocarril a mediados del siglo XIX, y con éste, resurge la economía alcazareña; se desarrolla el romanticismo y con éste el espíritu cooperativista, -nace “la equidad”-; somos fruto de todas esas virtudes en las que se concentra lo mejor y los más sano de la vida económica.

Los ferroviarios eran un sector importante en Alcázar de San Juan, que contaron con su propio edificio social de reunión y su cooperativa social de consumo “La Equidad”, creada para  abastecer las necesidades básicas de los empleados de la compañía ferroviaria M.Z.A. y que con el tiempo se fue desarrollando en una de las cooperativas de mayor importancia de la localidad, pudiéndose asociar a la misma todo tipo de personas interesadas en adquirir sus productos ofertados.

Los precios en los productos básicos que se debían pagar a principios de siglo XX en Alcázar eran muy altos y abusivos, porque los comerciantes cobraban diferentes cantidades según se tratara el que pagaba. Así, para evitar esta injusticia, fundaron su propio comercio consiguiendo precios más justos, precios económicos.

“La Equidad” fue constituida el 9 de junio de 1906 y fundada como cooperativa de consumo el 11 de julio de 1906; en esta fecha se formularon los consiguientes estatutos que fueron aprobados por el Gobierno Civil de la provincia. Continuó su vida colectiva hasta el 5 de marzo del año 1908, que en Junta General de asociados, acordó la reforma de los estatutos, adaptándolos a las circunstancias de la misma sociedad, dado el incremento que había adquirido en tan solo dos años. Dicha reforma fue aprobada por el Gobierno Civil el 4 de junio del mismo año. Durante ese tiempo la sociedad venía funcionando pero se vio en la necesidad de formalizar la constitución de la misma, mediante una escritura pública, para hacer posible el ejercicio de ciertos actos y contratos, y al efecto se elevaron a la categoría pública los documentos básicos con fecha del 3 de septiembre de 1908 ante el notario del Alcázar de San Juan, Oliverio Martínez Mier. Según el Acta de Fundación, sus fundadores fueron 140 ferroviarios.

JOSE MARÍA DONCEL

El fundador de la Cooperativa “La Equidad” fue  José María Doncel y López, primer socio y también el primer presidente. Nació en Madrid en 1854 y murió en 1911 en Alcázar de San Juan, cinco años después de fundar la cooperativa. La escritura de constitución de la Sociedad Cooperativa de Consumo “La Equidad” fue otorgada por: Don José María Doncel y López. Don Jesús Barrilero Logroño. Don Ramón Escribano Álvarez. Don Manuel Alberca Mazuecos. Presidente, Contador, Secretario y Vocal, respectivamente, el 3 de Septiembre de 1908.

El edificio contaba con dos plantas: en la planta baja estaba instalado el despacho al público con tres secciones: comestibles, paquetería y derivados, y la de tejidos-calzados; y en la planta alta estaban instaladas las oficinas y el almacén.

El único elemento visible de la antigua cooperativa que queda en la actualidad, es el MOSAICO, obra del autor local Ricardo Illescas. Se trata de una alegoría de uno de los motores de Alcázar de San Juan durante el último siglo y medio y signo de sus fundadores: el ferrocarril. En él es destacable la musa del comercio, con su cabeza ligeramente inclinada y con un vestido de formas modernistas, apoya su brazo izquierdo en un fardo y sostiene un fiel con su mano derecha.

Ir a la cooperativa, era ir de compras. Hace 30 años, la forma de comprar y vivir no era la misma que ahora. Un buen ejemplo era la reunión de una buena dote para las muchachas casaderas, ¡menuda ilusión! Para las madres de Alcázar de San Juan y alrededores los ajuares eran comprados a plazos, a crédito, para tenerlo en el momento de su boda. Por eso ir a la cooperativa era ¡ir de compras, ir de fiesta!; adquirir artículos que iban a estar contigo todo el año, toda la vida. Para poder ir a comprar a “La Equidad”  en un primer momento había que ser socio y para ingresar como tal en la cooperativa, bastaba con una petición por escrito del interesado que tenía que estar avalada por dos socios; al objeto de posibles reclamaciones, se fijaba un plazo de respuesta de 8 días, transcurrido el cual la Junta Rectora, en única instancia, acordaba conceder o denegar la petición.

Carnet de socio.

Una vez admitido, el nuevo socio quedaba obligado a abonar: una cantidad (que fue variable en el tiempo) con destino al Fondo de Reserva que era irrepartible. También se realizaba otra aportación obligatoria que se abonaba en el momento de su ingreso y una aportación voluntaria, en la cantidad que estimara conveniente, que le eran necesarias para garantía de sus compras a crédito, mensual o semestral. El capital social de la cooperativa comprendía las aportaciones obligatorias del socio, las aportaciones voluntarias, los fondos de reserva forzosa y voluntaria y de obras sociales, y las inversiones y beneficios de las tres anteriores. Del saldo que a fin del ejercicio resultaba a favor del socio, una vez deducido el débito de su cuenta de crédito, se abonaba el interés corriente asignado por las cajas de ahorro de patronato del Estado. Dicho abono se hacía, ya fuera favorable o adverso, al resultado del ejercicio y se acumulaba a la cuenta individual de su aportación.

Con el cambio de Reglamento de Cooperativas del 13 de agosto de 1971 se obliga a reformar los estatutos a “La Equidad”. En su adaptación en lo que se refiere al capital social, se deja el capital individual como está. No se autorizan aportaciones obligatorias pero sí se permiten las aportaciones voluntarias para el caso concreto del crédito que el socio necesita para sus compras: todos los socios podrán ingresar en su cuenta de crédito las cantidades que crean convenientes y en las fechas que les convenga. De cada aportación se facilitará el correspondiente recibo y se anotará en la cuenta individual del socio.

Las cartillas de contado las llevaban y las ponían en unos casilleros, con el fin de coger vez. Era un método muy lento, pues al ser venta de dependiente y mostrador, las esperas podían ser enormes, hasta tal punto, que podían llevar la cartilla una mañana y tocarle el turno al día siguiente. En contrapartida era un sistema, cuanto menos, de lo más comunicativo, las señoras se sentaban y podían charlar tendidamente. Tal vez, éste sea uno de los motivos por los que la cooperativa descendió en sus ventas en el tiempo.

La evolución de la cooperativa, hasta 1930 fue buena de prosperidad y desarrollo, como lo muestran las cifras y las ventas; cifras que año tras año iban en ascenso, así en este año, se contabilizaban 1.371 socios y eran 24 los empleados. En 1935 descienden sus ventas por la crisis económica que estaba pasando el país. A sus socios les dieron más facilidades para poder efectuar sus compras. Su solvencia era notoria, porque en este año se hacen reformas del sótano para acondicionar los calzados y también la ampliación del mismo, para almacenar los comestibles, así como un cobertizo en el corral para carga y depósito de las mercancías. En 1939 se produce una ocupación temporal del edificio decretada por la Alcaldía, pero la cooperativa no fue clausurada sino que la sociedad siguió funcionando en un local contiguo al edificio ocupado. Esta ocupación temporal se realizó para instalar en la planta baja los almacenes de recuperación de muebles y objetos que fueron incautados durante le Guerra Civil y la planta alta como prisión provisional dado el número de detenidos y presos procedentes de todo el partido  judicial que era muy alto.

El incendio de la cooperativa se produce el 5 de febrero de 1960, a las 3 de la tarde, en la festividad de Santa Águeda, como consecuencia, quedó destruida la mayor parte del edificio social, con sus instalaciones, enseres, mercancías y documentación. En la caja de caudales se encontraban los documentos más importantes como el reglamento original, sus estatutos y suplementos adicionales, y al permanecer aquella, durante unos días entre los escombros calcinados, se le abrió una grieta, afectando el fuego a la documentación que había en el interior; aún se conserva el reglamento original, pero son ilegibles muchas de sus hojas y otras se deshacen al contacto con los dedos. La causa pareció ser un cortocircuito que provocó el fuego que se propagó muy rápidamente, pues todo el interior del edificio era de madera: estanterías, muebles, mostradores, etc. Mientras que los muros exteriores quedaron intactos. La primera Junta después del incendio se hizo el 29 de febrero en los locales de las Escuelas Ferroviarias en la calle Goya número 1. En esta Junta se destacó el interés y colaboración de todas las autoridades civiles, militares e incluso eclesiásticas, así como muchos particulares, ofreciendo su apoyo para tratar de reorganizarse rápidamente.

El incendio no significó una ruina para la cooperativa, sino más bien una gran transformación y modernización del edificio. Con el seguro que habían contratado el año anterior y los medios económicos acumulados le dieron incluso mayor impulso. En 1962 se celebra en la planta alta del nuevo edificio de la cooperativa la reunión de la Junta General, pero la entrada es ahora por la calle Corregidor número 2. En todas las Actas posteriores al incendio se desprende el buen juicio de la Junta Rectora para ir resolviendo y construyendo el nuevo edifico sin necesidad de recurrir a créditos bancarios e ir dejando instalaciones para cuando únicamente pueda cumplirse.

Desde el comienzo de la década de los 70 se produjeron importantes cambios en la sociedad local alcazareña y fue entonces cuando se empezaron a notar las primeras dificultades económicas debido al aumento de los gastos generales y el descenso de las ventas, motivadas en parte porque en ese momento de los 2.909 socios, solo compran asiduamente unos 1.300. Esta pasividad de la inmensa mayoría de los socios se deben al sistema de ventas, pues aún se mantiene el tradicional de dependiente y mostrador, a lo que se añade la carencia de artículos básicos para las necesidades de aquel momento, tanto en alimentación como en limpieza y hogar. Comienza el declive de la cooperativa, dándose en 1981, un saldo negativo de unos 7 millones de pesetas. Se reúnen en Junta extraordinaria para informar sobre su visita a la Unión Nacional de Cooperativas, para asesorarse del cambio de estructura comercial de esta sociedad, con el fin de convertir el régimen de ventas actual en autoservicio. El cambio es perfectamente viable, pero la importante inversión que requiere no es compatible con la situación económica de la sociedad. Así, se decide posponer la gestión. Es este momento deben a los bancos una gran cantidad de dinero. Muchos socios se retrasan en sus pagos semanales y otros se han excedido en los plazos. Este año se suprimen las cartillas a crédito mensual.

En 1982 la situación económica era insostenible y las causas múltiples. Para entonces se había instalado un moderno autoservicio en la localidad. La solución se lograría con el cambio de estructura comercial: un autoservicio; pero para poder financiar las obras del mismo, se necesitaron créditos que fueron denegados. Sin embargo, los empleados se arriesgaron y consiguieron créditos particulares, -hasta un total de 12 créditos personales-, siendo a la vez avalados por don José Antonio García Romero y su esposa doña Margarita Villajos, poniendo como garantía su casa y sus fincas. Estos préstamos fueron para financiar las obras del autoservicio. Ahora necesitaban conseguir un buen surtido para la tienda, por lo que se pusieron en contacto con la cadena SPAR, y firmaron un contrato de franquicia y por el otro lado, la Cooperativa “La Equidad”, titular propietaria del establecimiento, se dedicaría a la venta al por menor de los mismos productos. Ambas partes mantienen su independencia económica y jurídica. La duración del contrato se fijó en 5 años.

El nuevo local autoservicio se inaugura el 19 de diciembre de 1983 a las 9`30 horas. Con el autoservicio las ventas son muy altas y deciden remodelar las secciones de tejidos y calzados, así como poner en explotación toda la planta alta del inmueble, aún sin función comercial. Aunque las ventas son excelentes, los gastos lo son aún más, ya que los pagos de los préstamos hipotecarios repercutían en los beneficios de la sociedad, por lo que esta, tan solo podía en esos momentos cubrir los gastos de los préstamos sin conseguir ningún tipo de beneficio. Las actas de los últimos años reflejan la unión, el esfuerzo y la lucha de los trabajadores y de muchos de los socios por sacar a la cooperativa de una situación económica en la que reinaban las deudas, tanto con la Seguridad Social, como con los proveedores, los dependientes y los bancos. Aquel grupo de personas hizo lo humanamente posible por salvar, lo que para ellos significaba su vida y su trabajo, SU COOPERATIVA.

Trabajadores. Años 70.
Trabajadores. Años 80.

En 1987 la situación de la cooperativa es realmente insostenible y se decide cerrar el establecimiento. El 10 de septiembre cesa la actividad de la Cooperativa. La última Junta Rectora se produce el 2 de marzo de 1989 a las 8 de la tarde con asistencia de todos los miembros del consejo rector y con carácter urgente por haber recibido una notificación de la tesorería de la Seguridad Social, anunciando la subasta del edificio, propiedad de la cooperativa. Con este motivo se acuerda convocar una Junta General extraordinaria, para poder informar a todos los socios de la situación y hacer gestiones más favorables antes de la celebración de la subasta. Entre ellas está la mantenida con el alcalde para adquirir por el Ayuntamiento el edificio.

Hoy el inmueble es propiedad del Ayuntamiento de Alcázar de San Juan. El contrato privado de compra-venta se hizo el 26 de mayo de 1989 y la escritura de compra-venta es del 22 de octubre de 1993, siendo alcalde Anastasio López Ramírez. La compra se efectúa con la asunción, por parte del Ayuntamiento, de las cargas, gravámenes arrendatarios y deudas de la cooperativa, así como de la indemnización a sus empleados. El edificio se destinó a un beneficio social, la instalación de la Escuela de Idiomas, y fue el final más noble que se pudo a dar a un edificio que durante tantos años había sido una gran institución para Alcázar de San Juan. En la rehabilitación para su nuevo uso tuvieron en cuenta conservar los azulejos del mosaico, e incluso restaurarlos. El arquitecto de la nueva obra fue J. A. Ramos Abengózar y fue el primer edificio que rompió con las barreras arquitectónicas en la localidad.

Bárbara Sánchez Coca.
Nacida en Montefrío, Granada. Licenciada en Geografía e Historia en la Facultad de Granada. Autora de la Tesela “Alcázar de San Juan: cooperativismo 1900-1950”. Ha trabajado en el Archivo Histórico Municipal de Alcázar de San Juan y, actualmente es la Secretaría de la Fundación Isidro Parra.
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