En este momento estás viendo Nº 4 – Oficios – LA CURANDERÍA EN ALCÁZAR DE SAN JUAN
La Candelas. Fundación Mazuecos

Nº 4 – Oficios – LA CURANDERÍA EN ALCÁZAR DE SAN JUAN

  • Última modificación de la entrada:15 de julio de 2021

María José Fernández Monge

La superstición, creencias ancestrales de nuestros antepasados, se mezclan con la existencia de una serie de ritos y ungüentos naturales que se usaban en Alcázar de San Juan desde tiempo inmemorial y que se creía que podían sanar a personas enfermas.

En este artículo vamos a describir una serie de hechos y de remedios que han ido pasando de generación en generación casi siempre por tradición oral y de algunas personas que con el paso de los años, convirtieron en profesión la curandería, casi siempre  de forma auxiliar a sus quehaceres cotidianos, laborales o domésticos.

Un hecho muy común y que todavía ciertas personas tienen creencia en él, es estar aojado,  conocido como el “mal de ojo”. Para quitarlo se tenía que aprender una oración entre el Jueves o Viernes Santo durante la celebración de los oficios, si no se aprendía en este momento no valía, y normalmente se sabía si estabas o no, cuando a la persona que te lo decía se la abría la boca o no, si era afirmativo era símbolo de aojo. Supuestamente se producía, cuando otra persona te miraba mal o te echaba el mal de ojo. O le había gustado algo tuyo o te había visto muy guapa o guapo. A parte de las personas, también se podía aojar a las plantas y  a los animales. Se decía que tenía la vista fuerte o malas energías a la persona que lo producía. Además se solían rezar los herpes que le salía a la persona con otra oración para que este desapareciera, también lo solían rezar las personas que decían que tenían “gracia”, normalmente eran personas que habían hablado en el vientre de su madre antes o habían nacido con esta habilidad de tener estos poderes curativos.  Para que no se le fuera la gracia, la mujer embarazada, no lo tenía que decir a nadie que el niño o la niña había hablado en su vientre  hasta después del parto, porque si no se le quitaba la gracia. Se daba el caso de que había niños o niñas que tenían la Cruz de Caravaca en el paladar, signo de que el prematuro en un futuro también podría de tener esta gracia. Era tradición de los mellizos si alguno de ellos tenía gracia y te dolía la tripa, te dejaba un pañuelo o una prenda suya te la ponía y se te quitaba el dolor. De esta manera se  curaban las mulas cuando les daba un dolor le ponían una mano en la tripa o una prenda y se curaban. De igual forma a las mulas se les decía la oración. Mi padre que en paz descanse se las decía a las mulas de una conocida familia a la cual arreglaba las viñas.

También decía la oración y miraban de asiento las tías de mi padre, que contaban la anécdota de un niño que vino con los feriantes al circo de la feria en el Arenal, estaba malísimo y no sabían qué hacer con él, alguien le contó lo de mirar de asiento, una tía de mi padre lo miró al niño y el niño defecó “bolas con pelo” y cuando los feriantes que viajaban por toda España veían al niño mal, se presentaban en Alcázar para que lo miraran.

El asiento se solía producir por una mala digestión de la persona que se ponía enferma, cuando comía algo que le había dado “asco”, se le ponía la tripa mal, el cuerpo con náuseas o estreñido, o le salían calenturas en los labios. La persona que ejercía la curandería en ayunas masajeaba los brazos con aceite templado haciendo tres cruces a la altura de la muñeca y siempre hacía arriba, después se ponía alcohol para quitar el aceite y se recomendaba tomar una infusión de manzanilla y una cucharada de aceite crudo. La actividad se desarrollaba durante tres días consecutivos. También otra forma de mirar asiento en Alcázar era con un pañuelo en la boca del estómago, con la parte del brazo de la mano al codo se medía la cantidad de asiento que tenía, esto junto a manzanilla como el otro caso se repetía los días necesarios hasta que el pañuelo diera la medida perfecta lo que significaba que se había pasado el asiento y la persona enferma ya estaba recuperada.

Para el estreñimiento también se tomaban las pastillas “Laxen Busto” que las vendían en tiendas y eran como de chocolate.

Para el resfriado o coger frío, son muchos los remedios para esta enfermedad, lo mejor era sudarlo, guardando descanso en la cama a ser posible bebiendo cosas calientes o leche con un poco de coñac. Si el resfriado era de nariz se hacía vahos con eucalipto. En una cacerola se hacía una infusión con hojas de eucalipto, después en una misma cacerola y con una toalla por encima de la cabeza se recibían los vahos. Si era de garganta se tomaba miel con limón. Si se tose, media cebolla en la mesita de noche. Si es de pecho ventosas con un vaso y una perragorda y un algodón, se prende el algodón y se pone el vaso, al hacerse el vacío se llena el vaso de carne y se dice que se saca el frío. Este remedio según indagaciones también se aplica en la medicina china e incluso para otras enfermedades.

Cuando se cogía frío en el pecho o en un costado, uno de los remedios eran las utilización de las tejas de barro “calor seco”, se ponían calor seco en la lumbre o en el brasero de picón a calentar. Se envolvían con un trapo y se aplicaban en la zona dolorida. Otro remedio muy socorrido eran los parches, sobre todo los de Sor Virginia que se compraban en la farmacia o el linimento Sloan, al que todo el mundo llamaba “el tío del bigote”. También para las anginas había otro remedio, cuando salían placas o había infección, se hacían gárgaras con agua templada, limón y perborato de la farmacia.

Cuando existía conjuntivitis en los ojos se lavaban con manzanilla.

Cuando se descomponía la mano o se “abría” la muñeca al coger algún peso de mala manera o una mala posición de la misma. El remedio era poner una hebra de lana a modo de pulsera. También había mujeres que la arreglaban como por ejemplo Marcela “la maleta” masajeaba la mano afectada la vendaba y recomendaba ponerse fomentos de agua caliente con sal. Era común ponerse un pañuelo con vino alrededor de la muñeca afectada. Estas mujeres también colocaban huesos luxados en las piernas y trataban la tortícolis.

Dedos malos con uñeros o cuando se cambiaba la uña. El remedio era envolver con una venda o trapo el dedo afectado en el que se había depositado una mezcla de ceniza y aceite crudo. También se ponía “hoja callera” que es una planta que había en algunas casas. Es una hoja un poco gruesa y redondeada que se pelaba y se ponía en el dedo envolviéndolo con una venda. Otra planta que solía haber en las casas era la ruda, que se utilizaba entre otros usos cuando fallecía una persona y la familia se ponía a llorar desesperadamente, se le solía dar a oler ruda, se decía que servía para aminorar el histerismo.

La quebradura o hernia en los niños o niñas se curaba poniendo un braguero, también se le levantaba la mañana de San Juan a la salida del sol y se daba con él o ella en brazos tres vueltas a una higuera con tres mujeres que se llamaran María, el día antes normalmente, el padre de la criatura habían enterrado en el campo un huevo y conforme se secaba el huevo se quitaba la quebradura.

Un elemento muy socorrido en estos remedios naturales era el aceite de oliva, valía para casi todo, si tenías el “estómago sucio” y se ponía la lengua blanquecina se solucionaba con una cucharada de aceite crudo en ayunas. Cuando te hacías un chichón una perragorda y un poco de aceite. Las picaduras de diferentes insectos  avispas o abejas , se solucionaba con aceite. Para el estreñimiento en los niños o niñas se les hacían “calas” con cerillas de las de cera, las de madera no valían. Se les quitaba la cabeza y se mojaban en aceite crudo y se pasaban despacio por el culete hasta que evacuaban el intestino. Para el dolor de estómago, también se tomaba “disgestónico del doctor Vicente” o aguardiente de pepino, se solía llevar al campo una botella de cristal al lado de la mata del pepino, se introducía cuando este era pequeño sin cortar de la mata e iba creciendo dentro de la botella, cuando se hacía grande se cortaba y se le incorporaba el aguardiente, uno de los mejores bálsamos para el dolor de tripa.

También se usaba el aceite para tratar las lombrices, era un problema que padecían los adultos y sobre todo los niños y niñas, se mojaba una ramita de geranio en aceite y se introducía por el recto y salían las lombrices, también valía este remedio para el estreñimiento. Para quitar el estreñimiento también se ponían lavativas o irrigaciones. En algunas casas se disponía de un recipiente de porcelana parecido a una jarra de un desagüe. A la jarra se conectaba un tubo de goma terminado en una cánula, este recipiente se llamaba de agua templada y un chorreón de aceite, se introducía la cánula por el recto y se conseguía evacuar el intestino. También se hacían lavativa con una pera de goma y con los mismos ingredientes.

Para quitar las costras o “custrido” que se hacían en la piel debido al frío, un remedio era aplicar la orina propia en la zona custrida.

También se ponían “cataplasmas” de mostaza de harina o harinaza, tortas mojadas en leche caliente en zonas doloridas.

El alcohol de romero se utilizaba para los dolores de espalda o de riñones.

Para quitar las verrugas: el remedio era darse en ayunas todas las mañanas con saliva hasta que se secaban y caían.

Cuando al afeitarse los hombres se cortaban con cuchilla, sobre todo los que fumaban, se ponían un trocito de papel del paquete de tabaco en la hemorragia para que se cortara.

También se usaban las sanguijuelas para hacer sangrar, te chupaban la sangre mala cuando se hacían moratones, cardenales o congestiones.

Cuando al caerte te hacías una abrasión o te “desollabas” las rodillas o los codos te ponían polvos de “azol”.

Para fortalecer a chicos y grandes era una yema batida con vino quina y azúcar, o el aceite de hígado de bacalao que estaba malísimo.

Cuando te mordía un perro estaba Eladia “la saludadora”, que cuando pasabas por su puerta identificaba hasta el color del pelo del perro y si tenía la rabia o no.

Para el sarampión se les ponía a los niños o niñas una prenda de color rojo para “ahogar” el sarampión. También acostaban a los hermanos juntos para pasar el sarampión al mismo tiempo.

Como vemos son muchos los remedios que usaban nuestros antepasados aparte del uso de diversas hierbas medicinales. Valga esta relación para  recordar algunos de ellos, seguramente  hay muchos más, algunas personas me han ayudado a describirlos para este artículo a las cuales le agradezco enormemente su colaboración.

La Candelas. Fundación Mazuecos
María José Fernández Monge es un entusiasta de la historia y también de las costumbres y tradiciones de los pueblos, especialmente del suyo, Alcázar de San Juan. Anima a todos los que tenga la misma afición a que escriban lo que sepan del tema para que no se pierdan estas tradiciones y que consten para las futuras generaciones.
2.685 lecturas